Los amortiguadores son unos dispositivos especiales que sirven para amortiguar las vibraciones y suavizan los golpes que se producen en los componentes del coche mientras se circula. Se trata de unos elementos del chasis. Están diseñados no sólo para mejorar el confort de la conducción, sino también para proteger la suspensión de sufrir desgaste prematuro.

Características distintivas de los diferentes tipos de amortiguadores

Actualmente, los amortiguadores de doble tubo son los más comunes. Tienen un precio bajo, resultan apropiados para una conducción relajada y proporcionan una amortiguación suave. No obstante, tienen tendencia al sobrecalentamiento. Sólo pueden ser instalados con el vástago del pistón hacia arriba y en un determinado ángulo. Cuando se conduce a alta velocidad, causan a menudo una maniobrabilidad deficiente.

Los amortiguadores tipo monotubo resultan eficaces cuando están sometidos a altas cargas, se enfrían bien, ayudan a reducir la distancia de frenado y pueden ser instalados en cualquier posición (con el vástago del pistón hacia arriba o hacia abajo). No obstante, son muy susceptibles a la deformación. Estas piezas son caras.

También hay componentes de rigidez variable. Su grado de amortiguación utilizando puede ajustarse con la ayuda de unas válvulas electromagnéticas que controlan la sección transversal de los canales por los que fluye el aceite. En ocasiones, en lugar de válvulas, se utiliza un líquido especial, capaz de cambiar su viscosidad cuando se expone al campo magnético. Este tipo de componentes se adaptan perfectamente a las condiciones de circulanción para proporcionar una conducción suave y tranquila, además de una excelente estabilidad cuando se circula a altas velocidades. Destacan por tener un coste más alto que los otros tipos de amortiguadores.

Utilización y sustitución: lo que usted necesita saber

1. Evite provocar daños mecánicos a los amortiguadores monotubo. Incluso la abolladura más leve puede causar el atasco del vástago del pistón. Los síntomas de avería son una disminución de la altura de conducción y que se producen vibraciones intensas al conducir.
2. Durante los meses más fríos, intente conducir los primeros 1-2 km a baja velocidad, para permitir que el aceite se caliente y alcance su temperatura de trabajo. Esto es debido a que, con el frío, se vuelve mucho más viscoso, lo que aumenta el riesgo de provocar daños al sello de aceite y al sistema de las válvulas. Estos fallos son bastante difíciles de detectar. Normalmente se manifiestan por una disminución de la eficiencia de la amortiguación, algo que perjudica el confort de la conducción.
3. No sobrecargue su coche. Si se supera la capacidad máxima de carga de un vehículo y se conduce frecuentemente y durante largo tiempo por carreteras de baja calidad, esto provoca la formación de espuma en el aceite. Debido a ello, los puntales de suspensión pierden su efectividad, lo que se puede notar por el deterioro del confort al conducir.

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